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El Faro
Con las olas luchando y con el viento,
ganar la playa, al fin, logra el navío,
si ve, a través del huracán violento,
la luz de un faro sobre el mar sombrío.
Así el hombre que arrastra el sufrimiento
en su corriente, cual la rama el río,
acaso, en otra luz, guia y aliento
encuentra al borde del abismo frío.
La ley divina del dolor humano
es inmutable y su rigor en vano
tratarás de burlar, loco o impío.
Contra Dios nada ha de poder tu mano
Pídele sólo que en tu pecho, hermano,
arda la fe que se apagó en el mío.
Domingo Rivero
Mayo de 1928.

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es El Faro
Con las olas luchando y con el viento,
ganar la playa, al fin, logra el navío,
si ve, a través del huracán violento,
la luz de un faro sobre el mar sombrío.
Así el hombre que arrastra el sufrimiento
en su corriente, cual la rama el río,
acaso, en otra luz, guia y aliento
encuentra al borde del abismo frío.
La ley divina del dolor humano
es inmutable y su rigor en vano
tratarás de burlar, loco o impío.
Contra Dios nada ha de poder tu mano
Pídele sólo que en tu pecho, hermano,
arda la fe que se apagó en el mío.
Domingo Rivero
Mayo de 1928.
es El Faro
Con las olas luchando y con el viento,
ganar la playa, al fin, logra el navío,
si ve, a través del huracán violento,
la luz de un faro sobre el mar sombrío.
Así el hombre que arrastra el sufrimiento
en su corriente, cual la rama el río,
acaso, en otra luz, guia y aliento
encuentra al borde del abismo frío.
La ley divina del dolor humano
es inmutable y su rigor en vano
tratarás de burlar, loco o impío.
Contra Dios nada ha de poder tu mano
Pídele sólo que en tu pecho, hermano,
arda la fe que se apagó en el mío.
Domingo Rivero
Mayo de 1928.